El reino del amor

Ya se va, ya se la llevan,

A los brazos dorados del amor,

Abrazos eternos, infinitos,

Reinará en medio de cuatro reinos.

Amor eterno vivirá,

El estará con ella, hasta su último respiro,

La historia será eterna,

Dónde los pájaros cantarán su historia.

Una inspiración para los hombres,

Una frase  duradera en la eternidad,

Un amor genuino,

Nacido del odio, venganza y tristeza.

Un amor donde no existe las despedidas,

Ni el tiempo pudo alejarlos,

La muerte aprendió a amarlos,

Descubrieron que puede amarse en medio de tanto odio.

Yuliana Mamani -Perú

ilustración: freepik.es

Mamá mintió

Por Airnée García Dector, México.

“Saldremos de esta pronto” Fue la frase que mamá dijo la mañana en la que me sacó de la escuela. Dijo que ya no lo necesitaría, que era tiempo de comenzar a trabajar para poder valorar más la vida y a entender que nada en este mundo es gratis. Desde que papá se había ido un par de días después de mi cumpleaños, veía a mamá llorar por las noches y aunque se comportarse como si no pasara nada, sabía que las cosas no marchaban bien, había vuelto a fumar, llegaba a media noche y ya ni siquiera se preocupaba por dejar algo de comer o por hacer el súper.
Al inicio trató de disimular y juro que papá volvería, que solo era un mal momento y que en un par de semanas volveríamos a ser la familia que siempre habíamos sido, pero ella sabía que estaba mintiendo. Mis papás llevaban años sin dormir en la misma cama, había días en los que ni siquiera se dirigían la palabra y cuando lo hacían era para insultarse sin importar si yo estuviese escuchando. Ambos sabían que no era una niña, pero en ocasiones parecían hablarme como si fuese una mujer de cuarenta años y no su hija. Papá se quejaba de que mamá había subido de peso y de que desde hace tiempo no se sentía cómodo comiendo con ella en la misma mesa, la mayoría de las veces deseaba no escuchar ese tipo de cosas, pero no parecía entenderlo. Cuando peleaban solía encerrarme en mi recámara y leer algunos de los libros que había recolectado a lo largo de los años, libros que me habían regalada mis padres, mis abuelos, e inclusive libros que había robado de alguna biblioteca, leer me ayudaba a no enfocarme en el matrimonio decadente de mis padres, pero cuando papá se fue ni siquiera la literatura me era suficiente.
La mañana en la que mamá decidió que era suficiente de mi vida escolar y que no podría terminar el bachillerato llegó a mitad de la clase de literatura, justamente estábamos hablando de el rastro de tu sangre en la nieve, cuando ella entró por la puerta, con lentes de sol en pleno invierno y con el cabello totalmente despeinado. Le explicó a la profesora que esa había sido mi última clase y que acababa de hablar con él director para hablarle de nuestra situación, la profesora intentó convencerla de no sacarme de la escuela. “su hija es muy buena lectora, le aseguro que con la orientación correcta podrá llegar muy lejos académicamente” Mamá solo la miró con desdén, tal y cómo solía mirar a papá cuando este hacía algo que le molestaba y le pidió que no se metiera en su vida ni en la de su hija.

Al salir de la escuela mamá sacó un cigarro y me ofreció uno.
–¿Qué está pasando mamá?¿Que estas haciendo?

–Ya no eres una niña. Es momento que comiences a hacer algo por ti misma y a que me ayudes los gastos de la casa ¿cuántos años tienes? ¿Quince? Yo a tu edad ya estaba con tu padre.
Todo lo anterior lo dijo con las manos temblorosas y sosteniendo el tabaco entre sus dedos como si su vida dependiese de ello. No volví a decir una sola palabra. No tenía idea de hacia dónde nos dirigíamos, sabía que sí le preguntaba volvería a responderme con sus fumadores e intransigentes labios. Estaba segura de que había bebido. No quería estar con ella, quería volver a mí clase de literatura y dibujar círculos al borde de mis hojas cuando me aburría, desde que papá vivía en casa, prefería estar en la escuela, en el parque, en el mercado e inclusive en los camiones, en cualquier lugar que no fuese mi casa. Quería gritar y pedirle que me dejara volver, pero mamá no escuchaba una sola palabra.
Llegamos al bar caminando. Nunca había ido a esa zona de la ciudad. Al entrar al lugar nos recibió una mujer que lucía como mi madre pero con veinte años y diez kilos más.
–¿Ella es tu pequeña? Seguramente la aceptarán de inmediato.
El lugar era grande, con un tapiz rojo terciopelo maltratado por los años, con las mesas llenas de marcas de tabaco y luces neón. El lugar estaba completamente solo a excepción de la mujer de la entrada y de un hombre que juraría podría se parecía a mi abuelo en la barra principal del bar.
Mamá habló con él hombre, parecían tener una extraña cercanía. El hombre trató de explicarme que sería mesera de jueves a sábado y podría ganarme un buen dinero por las propinas, dinero que sería para mí, debido a que el salario se lo daría a mi madre para que ella lo administrara, me preguntó si estaba de acuerdo, aunque la respuesta hubiese sido negativa no me habría dejado salir de ahí.
Mamá mintió. Esa mañana, sería el asesinato de mi sueño de convertirme en literata y el inicio de noches largas y años de borracheras maternas.

Tómese tres veces al día

Pablo Adrian Rivera Juvenal

La mueca se dibuja ante la idea de haber obtenido un dos por uno. El placer que poseería su masa encefálica con los elementos consumidos sólo era la mitad de la recompensa, siempre estaba esa otra sustancia que se generaba en el organismo al hacer algo prohibido.

ilustración: freepik.es

El sujeto del espejo le saluda cuando por fin logra evadir a los gendarmes en la esquina de la calle Brasil, su rostro desencajado, desfasado en el tiempo, le recuerda constantemente que ya no es aquel fachero de veinte años que sabía dónde conseguir los ingredientes para dar un gran festín, aquello que se reflejaba imparablemente en los objetos le gritaba que la realidad ahora olía agrio, a calvicie y a pocos resultados en la cacería de componentes.

Deja de ver al sujeto-cadáver para regresar al presente. Por el momento los vigilantes se han marchado, sonríe y piensa que, si él fuera uno de ellos, también se perseguiría con tal ahínco, no por el cumplimiento del deber, claro está, sino para poder morfarse todo lo que pudiera antes de ser destituido “yo también sería un cerdo ansioso de devorar trufas” se dice, mientras imita ser un puerco olisqueando las calles grasientas en búsqueda del grial. 

La vida se compone de momentos desfasados y mal incorporados, eso ocurre cuando uno decide no tomar sus vitaminas y en su lugar sale a las calles a buscar algo de diversión, piensa mientras en el “laboratorio casero” mezcla los ingredientes, ¿cómo llegó allí? ¿En qué momento abrió el gas y preparó los matraces?… no es relevante.

Lo que de verdad es trascendente es que por una vez en su vida no actúa totalmente por un interés propio, esta vez ha juntado todo para ayudar a un amigo que, al igual que él, antes de ser cabeza calva, se sumergía en la cacería intercambiando, robando, cultivando; haciendo lo necesario para poder llenar sus neuronas insanas y su cuerpo atrofiado de experiencias inenarrables.

Ve al viejo patético tumbado en el catre de resortes quien le grita fórmulas mitad antiguas, mitad inventadas para crear la magia, nunca tuvo tiempo de memorizar su nombre, como todos lo llamaba mordazmente “el chamán”, pues no sólo se dedicaba a la cacería, sino que, en su desintegrada mente, creía de verdad en la existencia de poderes curativos en todo lo que se metía. Recuerda, al batir y cortar, que incluso le dijo que integrar todo eso en su ser sería la única forma de curarse de “esta mugre” e incluía en su perorata frases inconexas de un tal Esculapio, de Alberto el Grande y María Borgono.

En el fondo es un pretexto. Reflexiona mientras el líquido cae de su boca por la ansiedad, “todo hombre encuentra la forma de justificar sus vicios y si de verdad quieres tragar vidrios encontraras un loco en la red que justifique tu filia y vamos, si puedes conseguirle los vidrios a ese pobre desgraciado y tomar unos cuantos para ti… ¿a quién le importa si en lugar de curar, lo que logra es una destrucción erótica”?

El olfato no miente, la cosa está lista, se la acerca a su adicto y chamánico amigo, no sin antes guardar una o dos porciones para sí mismo, el viejo la toma y deglute como si fuera lo único para lo que vino a este mundo.

– ¿Sabes…? Mi padre me contaba que ésta era la forma de obtener nutrientes antes y que esta fórmula en particular poseía además el poder de desaparecer el catarro, lo llamaban caldo de pollo.

-Calla Chamán, esos son cuentos de adictos.

Diario Oficial de la Federación
20/05/2156 Modificación al Código Penal Federal, en consonancia con la nueva Ley General de Salud queda prohibida la ingesta de nutrientes por otra vía que no sean las vitaminas proteicas autorizadas y reglamentadas por los concesionarios del Estado. Por tanto, queda constituido como delito la posesión, preparación y consumo de alimentos, siendo penado con 5 años de prisión sin derecho a fianza.
Pablo Adrian Rivera Juvenal
Maestro y Licenciado en Filosofía por parte de la UNAM, Estudiante de Derecho en la UNAM y de Herbolaría en la UNIVIM; actualmente imparte las materias de Hermenéutica y Filosofía de la ciencia en la FES Acatlán y el ramo de filosofía en la preparatoria IJEM; ha impartido diversos cursos y conferencias durante su vida académica, así como publicación de artículos y participación en certámenes nacionales de investigación como asesor.

El día de la foto

Por: Citlalli A. Pérez Patiño

Don Perfecto y doña Carmela han invitado a la clientela habitual para presenciar el torneo anual de ajedrez que organiza la fonda “La esperanza”. Se abre un espacio al fondo del salón donde los ventanales alcanzan a iluminar bien, se disponen sillas y mesas de aluminio cubiertas por el plástico floreado de gala que a doña Carmela le gusta más que el verde habitual. Días antes llegan los primos de la familia Solís para preparar las decoraciones y dejar listo el lugar.

Este año juegan don Sergio, el zapatero y campeón del último torneo, contra Carlitos, el muchacho de la señora Martina, que vende pollo en el mercado de Santa Clara. También regresan los competidores de siempre; el señor Ramírez, Lalito, el “Bicho”, y don Óscar.

Susanita preguntó a ver si le daban chance, nomás de jugar una partida, pero cuando ya mero convencía a don Perfecto, el papá le dijo que mejor se regresara para la casa y se disculpó por el importunio.

foto: Freepik.es

El día de la final, el día de la foto, fue el presidente municipal acompañado de la banda del pueblo para certificar la oficialidad del evento. Ya todos entrados con unos vinitos, estaban viendo la última partida, el ganador se llevaba un plato grande del pozole de doña Carmela (receta de la familia), y el segundo lugar una orden de flautas con salsa verde y harto queso.

 -¡Chin, ya se comió la torre!.- dijo Javier, el que arregla las bicis.

-Pérate, pérate ahorita vas a ver cómo mueve al caballito.- le respondió doña Lucía la que cose.

-¡Jaque!.- gritan desde la mesa principal.

-¡Ya valió!.- dijo Juan saltando de su silla.

Unos segundos en suspenso aumentaron en vano la tensión dentro del salón, no había remedio, sólo era cuestión de tiempo…

-¡Mate!

El disparo de la cámara de don Rubén capturó la efervescencia de las alegrías y decepciones del pueblo de Tiliztla.

No era silencio

No era silencio

 ( a Artaud )

…y caigo como un ave herida
Cuando la noche se desploma
Entre lo secreto de las luciérnagas
Y el ladrido de los perros que se acobardan.

La sangre cobija a los muertos,
Se revuelven las náuseas de los tristes sótanos
      /Y las ratas suicidas /.

El punzante veneno de los buitres
        En mí…
Duerme en la noche
A mi huidiza amargura.

No era silencio;
El despeñadero de penas me duele,
Me duele en la garganta,
En las pupilas /en las espigas de lágrimas…
En mis pálidas venas
Y se me agrieta el aliento.

El alfabeto de la noche
Me observa diciendo;

«Aquí …el dolor, aquí esta el dolor…
Y nadie salvará todo este infierno».

Tu memoria es frágil
Y moja los párpados
Sobre los espejos.

No era silencio;
El punzante veneno de los buitres
      En mi…
Duerme en la noche
A mi huidiza amargura.

No era silencio;

(Erick Diez).

foto: freepik.es

Un poema de Laura Analía Carrizo

«Beatle»

Otra vez se entromete en los sueños,

Como una nube toxica necesaria.

Me aíslo un instante, seguís estando ahí mirándome a través de las letras

Susurrando algún bello poema

Acercándote mientras escondes esos labios suaves, tentadores tras alguna sonrisa

Y no lo pierdo

Intento seguir la sombra de su rastro

Obsesionada con ese recuerdo que se volvió sueño y lo veo tan real

Que quiero gritarle  y no puedo

Mi voz se paraliza, se quiebra y se pierde

Desaparece

El también vuelve a esfumarse

Tras el calor del verano

Es cierto, fue mi  hermoso invierno

Laura Setentaysiete

foto: freepik.es

Poemas de Yessika María Rengifo

Rosas al sol                                                     

Primero nacen las semillas.

Tan sencillas y dulces como las estrellas:

esa es la naturaleza, hermosa y desafiante;

que siempre danza en el tiempo

que cuenta historias como la nuestra…

Pero primero están tus ojos,                                     

y mi amor por ti,

entre llamadas, y los besos de la diez

un himno al amor y todo tiene sentido

y soy otro, rosas al sol alegran mi vida,

cuando llegan tus caricias y calcinan el pasado

rosa mía.

Encierro

Paredes con cuadros

y mariposas coloreando el tiempo

de anécdotas e historias

que pintan fragmentos de vida.

El abuelo se ha ido

a jugar con los luceros

que alumbran las ventanas

en días de otoño.

Las margaritas entonan

recuerdos de la infancia

que dibujan fotografías del pasado.

¡Encierro! Cantos de puertas

que desean las calles y el sol

perdidas en la incertidumbre

de un presente ambiguo

en tormentas de hombres y mujeres

sin luz.

foto: freepik.es

Los sueños del mar

Con el canto de las rosas, danzaron las abejas en mi ventana.

Las mariposas con ojos dulces miraron desde los claveles.

¡Y una dulzura inmensa me extasió como a los niños!

Las estrellas se tardarán, comprendiendo la hermosura;

de los robles, al despertar, encontrando promesas de un mundo mejor.

Y rompí en llanto… Y me aferre a historias de sueños de luz…

Y canciones de los viejos danzaron en mi mente, soñadora…

El sol me miraba con ternura.

Las camelias se dormían,

y el cielo jugaba con las nubes, alegrando mi corazón enamorado…

Y cuando los girasoles románticos, abrieron la primavera,

vi en mi rostro tanta magia,

¡que me dejo los sueños del mar!

Vinilos

El último arcoíris trajo el rosa de tus labios a mi ventana que ilumino rayos de sol a mis días de oscuridad. Recordé que tu partida se extendido en los horarios académicos y el trabajo de medio turno, ladrones de tus caricias en noches de incertidumbre. Mi amor permanecía firme aunque tus llamadas se nublaron, las cartas frías y silencios profundos anunciaron el final a mi corazón. Mis lágrimas no cesaron y comprendí que los vinilos sólo existieron de mi parte, y los tuyos habían muerto.

El nublado cielo

Desperté esa mañana con la ilusión que nuestra vida volvería hacer como antes. El plan de los hijos, cafés en las madrugadas y los jazmines en nuestro balcón iluminarían nuestro amor en inviernos. Mis sueños se extinguían en la fría mesa del olvido, Karen nunca regresó a casa y partió al sur quebrando mi corazón. Le escribí varias cartas suplicándole que volviera pero nunca hubo una gota de su rastro, el diario me contó que ahora es la señora de Gómez.  Sentí que mi vida se partía en dos y nada tendría sentido, lloré como un niño desconsolado ante el nublado cielo que se ido con la llegada de las mariposas a mi ventanal.

Arcoíris negro

Arcoíris negro/ Karla Hernández Jiménez

¿Hasta dónde termina el tiempo y comenzaba el espacio?

Un acorde estridente me llamaba a lo lejos, exaltando mis nervios por completo, erizando mi piel en el proceso de incrustarse en mi cabeza a máxima velocidad.

No podía seguir así, tenía que averiguarlo inmediatamente o no podría volver a saborear una tranquila tarde de domingo en medio de la oscuridad más profunda.

Caminé por toda la casa, sin encontrar ni un solo eco que pudiera proporcionarme una pista clara sobre aquello que tenía que encontrar.

Caminé sin rumbo hasta que, por fin, pude vislumbrar aquella luz violeta que parecía venir de un rincón mal iluminado de mi cabeza.

Al final, pude verlo claramente. Estaba al final del pasillo, ensanchándose conforme pasaban los segundos interminables.

El agujero en la pared seguía observándome, susurrando de manera constante en mi oreja que me rindiera ante lo inevitable y me dejara arrastrar hasta la quinta dimensión.

foto: freepik.es

¿Desde cuándo está ahí?, ¿por qué nunca me había dado cuenta de su presencia si en realidad era tan ridículamente obvia?

Las preguntas se quedaban enganchadas en mi cerebro ante la falta de una respuesta convincente para mi razón.

La energía seguía corriendo entre las capas dimensionales que se abrían como una herida ante mi mirada atónita y delirante que no dejaba de arrastrarse de un rincón a otro de ese agujero de color púrpura.

No entendía muy bien el impulso que me había llevado hasta ese lugar. Exactamente, ¿qué pretendía?

No esperé mucho tiempo para averiguarlo, simplemente hacer que mi mano con movimientos milimétricos a través de aquel portal.

Debo reconocer queé me dio miedo que la puerta se cerrara bruscamente y decidiera cortar mi brazo como si fuera una extensión inservible. Por suerte eso no ocurrió, pero la energía seguía corriendo a través de mi brazo, expandiéndose hasta lugares insólitos de mi anatomía.

¿Cómo sería experimentar eso en todo mi cuerpo?

Metí aún más partes de mi dentro del portal, asegurándome de no dejar ni una sola de mis extremidades afuera.

A diferencia de lo que se veía en el cruce de dimensiones adentro no había más electricidad, estaba oscuro y parecía como si no hubiera nadie en aquel gran vacío. Era peor que estar completamente sola en medio de una habitación enorme.

¿A dónde se habían ido las alucinaciones espaciales que la electricidad me prometió? Me las mostró de manera clara flotando sobre la luna de Orión y la quinta constelación de la galaxia de Cielis.

No sólo había estrellas brillantes si no también seres extraños que me prometían hacerme olvidar las desdichas que aquejaban a la Tierra, un lugar donde mis miedos serían como una pequeña pericia de inmenso cosmos que se había mostrado ante mi sin ninguna clase de reparo.

Aquí no hay nada que me recuerde a mis evocaciones, solamente el eco de mis lamentos.

Quise regresar, pero aparentemente ya era muy tarde para hacer algo así. Intenté mover mis piernas, pero no avancé a ningún lado. Mi cuerpo se quedó estático, como si la señal de aquella orden no hubiera llegado adecuadamente a mis extremidades.

¿A caso estoy muerta en esta situación?

En ese momento, me di cuenta que me había desdoblado completamente al haber entrado en esta dimensión.

Ya que no podía avanzar por mi cuenta, dejaría qué el viento galáctico me empujara hasta encontrar un nuevo lugar en el cual pudiera intentar a volver a hacer contacto con mi cuerpo.

No había mucho que ver en los albores de mi imaginación, aunque sin duda había otro tipo de criaturas muy diferentes de aquellas que, en mis alucinaciones, intentaron darme algo parecido a una cálida bienvenida.

Podía ver los ojos de un lagarto ahí mismo, moviéndose de manera incesante en el abismo oscuro, advirtiéndome que estaba a pocos pasos de alcanzar un punto muerto.

¿Qué más podía hacer en una situación como esa?

Nunca tuve unas alas para volar, ni la osadía para surcar otros rincones de mi mente que pudieran ser de más utilidad en esta vida plagada de incertidumbres diarias.

Mientras mi cuerpo enajenado comienza a podrirse entre los recovecos de esa habitación donde lo dejé, aparentemente mi mente continúa vagando sin descanso en esa galaxia artificial que ha creado mi imaginación acalambrada, sin dar señas de volver a ser parte del mundo real que abandonó hace un tiempo.

Estoy atrapada en este lugar para siempre, ni siquiera mi cuerpo es capaz de responderme de manera adecuada. Quise ver la luz al final del túnel, encontrar mi suerte al final del arco iris, pero todo lo que encontré estaba teñido de negro.

Mi evasión hacia un falso Nirvana ha sido mi ruina.

DEMENCIAS

POR RUSVELT NIVIA CASTELLANOS, Colombia

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Fuente: Imagen Pinterest

Aquel viernes; el policía llegó a su domicilio por la noche. Muy desconfiado, cruzó el sendero de la marquesina por entre la niebla azul y mientras avanzaba, una llovizna caía sobre los almendros. Acto seguido, pasó él a la entrada y abrió la puerta con angustia. Se sufría en lo íntimo maniático. Desde su posición, sentía palpitar los sentidos furiosamente.
El hombre, dio a la vez unos cuantos pasos trémulos por la sala del hogar, que oscilaba en penumbras. Luego, sacó el revólver suyo del estuche del pantalón. Lo hizo con leve ruido.
Pensó asimismo sobre la criminalidad en medio del instante agónico. De hecho, quería matar a su esposa hacía semanas. La suponía como un desespero para su corazón. Ella era una mujer de perfidia y era una rubia grosera. Pero lo peor del caso, fue que esta amante nunca dejó de acostarse con los vecinos del distrito, siempre procuraba tener sexo con ellos, toda fresca los cautivaba, se disfrutaba insaciable en lo pasional.
De modo que el hombre, por su resentimiento, fue ingresando al cuarto nupcial. Dio varias pisadas hacia adentro con sigilo. Sabía de este lugar con recuerdos. Generalmente, allí la mujer se divertía, viendo películas de misterio, lo hacía durante los nocturnos. Por esta credulidad, siguió andando hasta la cama, cuando entonces, yo pude observar desde el jardín, lista a la mujer con una pistola. Ella de por cierto estaba esperándolo hacía rato. Y obvio, apenas descubrió su silueta, primera soltó tres disparos contra la humanidad del policía. Eso los estruendos sonaron muy horrorosos. Se elevó ahí grave el pánico. Todo el espacio se puso tétrico. Más de súbito, fue cayéndose el señor como un muñeco gordinflón, quedando ya desparramado en el piso, chorreado de sangre.
Tras el otro sin final; yo volví a entrar en la casa y tuve que abrazarla a ella. Siendo precavido, la apreté contra mi pecho, subiendo cada vez más la fuerza y cuando fui solo furia, tuve que matarla a ella, tras una desnucada, forjada con mis propias manos.
Por tanto, debido al asesinato cometido, ahora estoy preso y aquí entre las rejas, purgo la condena, donde en las noches, deliro todo este drama.

Insomne

Insomne

Márcia Batista Ramos – Brasil

Las imágenes llegan solas y son ideas. Las palabras agrupadas en frases son la información de las imágenes. Las palabras son quienes permiten comunicar las ideas como realidades sensibles.

Los ruidos de la noche inmiscuyéndose en los sueños impenetrables, pero de gran belleza visual, subvierten la realidad del sueño… Despierto, sé que el sueño era extraño y fascinante, tendía a volar hasta el paroxismo.

No tengo claro, de que se trataba el sueño. Dentro de mi existe un reloj que me despierta, invariablemente, a las 3 horas de la mañana. Interrumpe mi sueño y hace con que yo perciba los ruidos de la madrugada y trate de comprender mi ritmo circadiano, una y otra vez.

No puedo conciliar el sueño, escucho permanentemente, un bajo zumbido irregular. Es la noche que susurra algo a las estrellas.

Pienso en el agua corriendo sobre el vidrio de la ventana, porque llueve a fuera. Podría correr el agua y escurrir sobre el vidrio porque la tubería se perforó. No todo lo aparentemente evidente, es lo que parece. También corre agua sobre el vidrio cuando, sin noción del medioambiente, se chisguetea agua con una manguera al vidrio…

foto: freepik.es

Los ritmos circadianos, tienen que ver con el claro oscuro, ya que son cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo diario, y que responden, principalmente, a la luz y a la oscuridad en el ambiente de un organismo.

Es inusual pensar sobre las situaciones, sin expresar un juicio de valor con la fuerza que siempre lo hacemos al primer atisbo de un hecho. Porque el sistema epistémico – político vigente, quiere que pensemos así. Entonces, estamos formados, educados, adiestrados, adoctrinados, entrenados, para pensar así.

Pero son las 3 horas de la mañana, el sueño era lindo y no logro dormir para seguir soñado.

Dormir por la noche y estar despierto durante el día es un ejemplo de un ritmo circadiano relacionado con la luz y no me sirve de nada saberlo, quiero dormir y no puedo.

Pienso en dos nombres que están pululando en mi horizonte y digo:

           ¡Madre!

    ¡Patria!

Existen muchas tesis para repensar nuestro sistema-mundo.

Pienso en el colonialismo:

                      invasión

división.

 Imposición de las categorías binarias:

 sexo/género  

                        origen – étnica/social

inteligibilidad – gobernabilidad.

Casi, todos los seres vivos tienen ritmo circadiano, incluidos los animales, las plantas y muchos microbios diminutos. El estudio del ritmo circadiano tiene un nombre…

El dormitorio está lleno de palabras, quiero saber el nombre del estudio del ritmo circadiano y busco a tientas en la oscuridad. Son muchas palabras vertidas en el piso, desparramadas sobre la cama, debajo de la almohada, tiradas en la pared…

Empiezo a descubrir palabras que permanecen en la memoria de manera sonora y repetitiva. Otras, sé muy bien que se mueven libremente por las páginas de los libros, sin embargo, están arrinconadas en el dormitorio esperando que las recoja, en un gesto de amabilidad o por lo menos de delicadeza.

Recojo palabras con la intención de descubrir el nombre del estudio del ritmo circadiano y sin querer formo frases… salta la pregunta:

– ¿A qué lugar tienes necesidad de volver?

 – Al regazo materno, – dicen las palabras en la mano. Coincidentemente, jamás, logré deshacer la criatura que habita dentro de mí, deshacer la condición de criatura, invirtiendo el proceso de creación es fundamental para ser.

Descubro, por ejemplo, que la vida está yuxtapuesta a otras vidas y, que hay vidas que jamás experimentan el rocío… Otras, con tanto aplomo son largas y llenas de circunstancias para enorgullecerse de sí mismas, empero, en un momento, descubren que todo lo que la hicieron diferente a las demás vidas, no era mejor a nada y sienten un vacío después de todo lo experimentado, como si todo estuviera por conocerse y lo que experimentaron, que parecía tanto, representaba como si tuviera una hora de vida, apenas.

Como si fuera un vigía, camino despacio, con cuidado recojo las palabras y miro mi mano y veo:

Pan \justicia \paz. Son palabras que se unen y no hace falta nada más. Las guardo en el cajón del velador y sigo buscando…

Sigo insomne, cansada, tratando de encontrar la palabra exacta, en medio del desorden de palabras que habita el dormitorio, a las 3 horas de la madrugada.

Casi debajo de la cama, no sé el porqué, encuentro nombres: Virginia Woolf, Píndaro, Mónica Vitti, Tolstói, Anne Carson, Elizabeth Bishop, Antonioni y Samuel Beckett. Estaban juntos, poco más o menos organizados, para que con una sola mano los recoja de una sola vez… No comprendí tanta subjetividad y el modo como otorgamos sentido a nuestra experiencia material e intersubjetiva.

Las imágenes, transformadas en palabras siempre ocupan un lugar preeminente en el hacer y la imaginación de todos, porque son la base del pensamiento y de la escritura. Pero, esparcidas en mi dormitorio, a las 3 horas de la madrugada, me hacen sentir frío, sueño y cansancio…

Quiero regresar al sueño. Quiero dormir. Pero, aún hay tantas palabras, hasta algunas flotando, luminosamente, en el aire. Las cacé como quien persigue mariposas en la pradera…

Acopié: misticismo como una manera de trascender los límites de la filosofía. Realmente fue fulminante entender que son las imágenes que motivan la irrupción de la escritura. Nunca, los conceptos. Herejía…

La vertiginosa danza de ideas y formatos se prolonga. Descubro que no es cuestión de tomarse en serio, es una inclinación por establecer conexiones insólitas entre el mundo y las palabras, enlazarlas y leer lo que resulta, mientras estoy insomne. O en otro caso, establecer una ecuación entre el conocimiento, el deseo y la ira.

No quiero ser trágica, pero, me resulta difícil ser convencional y en la madrugada insomne la perspectiva emocional cambia, confiriéndole a la vida un sentido de soledad y finitud, mayor de lo que normalmente percibimos o tenemos conciencia.

Convertida en una buscadora de palabras, pese a las dificultades que plantean el cansancio por la vigilia y el proceso de desvelamiento de los albornoces del lenguaje, que consiste en traducir de mi lengua materna, al idioma que escribo. Llego al fin de mis exploraciones, rendida por el agotamiento, imposibilitada de alcanzar lo que anhelaba, continuar soñando. Por fin duermo, mientras, seguramente, las palabras regadas por la habitación retornan a su estado de transparencia habitual.

Los ruidos de la mañana invadieron mi mente, recordándome que hay que despertar para seguir la vida que no se extinguió en la madrugada.

(El estudio de los ritmos circadianos se llama cronobiología.)

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