¿Cuál voz escucho en este instante amplio y oscuro,
en este instante que me desliza
hasta el fondo de la angustia?
He dibujado unas líneas torcidas como el azar
y como el calor que me circunda.
Me he vuelto susceptible al estruendo
y dudo si él podrá despertarme
Dudo que algún día aprenda a abjurar,
o que pueda hacerlo con hambre
y apatía simultáneas,
como la angustia y las dudas
que se agrupan espontáneamente
y han formado un fárrago inagotable.
Ya no sé si yazgo en ellas o por qué.
He desistido de la sabiduría,
de su sola búsqueda
Ahora sólo deseo una hilacha de paz,
una sola nada más,
una migaja de silencio.
No aspiro a ser más que viento y arena.
22
¿Cuál demonio me somete ahora,
o cuál duende se agiganta y me abarca?
Finalmente he desistido;
no fue inmediato, pero fue.
por algún prodigio desconocido
me fue revelado que mirar las nubes
equivale a planificar subversiones estériles
a sembrar trastornos infecundos en una paz dura,
en una armonía forzosa y obligatoria,
aunque indudablemente cómoda o sosegada;
entendí también que en esta ciudad
de nada sirven los rosarios
y lo inútil que es tener los bolsillos llenos
si es mercurio lo que se acarrea.
24
¿Qué señal me resumirá del todo?
¿alguna isla? ¿algún vértice?
¿o algún antifaz, desigual y ajeno a todo repertorio?
Soy una circunstancia inocua y diversa:
con dificultad interminable mantengo hoy mis huellas;
paso exhausto y silencioso porque ya no soy el mismo,
con mucho trabajo doy cada paso:
solo laboriosamente inicio cualquier proceso
y a casi nada quiero sujetarme.
Me cuesta, y mucho, lo mediato y la permanencia.
y sólo las dudas revolotean en torno a mí.
Dudo que esté ahora menos despoblado
o que pueda reconocerme después de tanto éxodo.
Y he aquí que ya no soy como antes:
me he congregado delante de mis espejos
pero mi nombre se ha hecho diverso
y me sé incapaz de recordarme
Desde ayer solo soy cansancio incrustado,
aprendiz de carencias,
escéptico de ensayos
27
¿Soy eje o peregrinación?
Tal vez ambos simultáneamente:
a duras penas me sostengo
en el centro interminable de un itinerario inconcluso.
No cuento almohadas ni lágrimas
y no sé si es ello bueno o malo.
Ignoro el nombre de lo que atasca,
me sobra lejanía
y temblores entre los dedos.
A veces dudo:
con toda seguridad el tacto me ha engañado
y los ojos me han mentido.
A veces subsisto
porque despertar es el inevitable tema de mis sueños
Por ningún paraguas se ufana mi pasado
y el futuro resiste mis preguntas,
pero hoy, al menos por hoy, proclamo virgen mi sombra;
por hoy, al menos por hoy,
se mantendrán incólumes mis huellas
30
¿Debo conservar algún talismán?
Todavía guardo tres:
una piedra blanca,
un caracol
y el más feroz silencio
De puro fastidio por todo,
vendo mi alma por una gota de invisibilidad,
hipoteco mi sino por un grano de abulia
y mi sola médula es la bajamar perpetua
o lo que conduzca a la ausencia de fanfarrias.
Algún resquemor me inspira las cenizas:
pretendo una criba diferente.
Invocaré un sitio que me desconozca.
[1] Estos textos forman parte de “Del azar y otras nimiedades” (2018) Ottawa, Canadá